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LOS FRUTOS DE CLARETH
Mi viejo amigo, el camarada de las entrañables rebeliones provincianas, catecúmeno de profundos oficios filosóficos, pastor de palabras y practicante de silencios, José Clareth Bonilla, me ha pedido el más amable de sus encargos: presentar su nuevo libro de poemas. Poemas hechos en un bello atardecer de la vida que flamea en el mismo rojo de la reciente y vieja primavera.
Y qué puedo decir ahora que me enfrento a unas páginas que dibujan los maduros acercamientos de un ser a los altos encandilamientos del alma? Unas páginas que ha ilustrado con imágenes de las tallas que devota y silenciosamente ha elaborado el autor para devolverle, en una especie de acción de gracias, un nuevo fruto a la antigua piedad de las maderas. *
UN AMIGO DE ASOMBROS
( Dedicado a josé Clareth)
“No pensó la maderaú
ser rostro de ave,
figura de pezj
o testimonio de otra piel
extraña a su textura.m
Siempre tuvo
sus brazos en alto
para agradecer otros oficios
y fue cuna del insecto
y escala de los pájaros
por su cuerpo existió
la urgencia de los frutos
y en su largo vientre albergo.
el ascenso de la sabía.
En un ciclo perfecto
llegaría a ser leña, carbón
o fragmento de árbol
en un bosque olvidado.
ÚPero un amigo de asombros
le tomo en sus manos
descubrió su espíritu
y cambio su destino”.u
(Edgardo Escobar G. 2003)
*Parte del prólogo del libro XILOLOQUIOS.
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