Estos son los horizontes potenciales de nuestra indagación y esclarecimiento de nuestra conciencia histórica, de la forma como nos asumimos como sujetos erguidos, con la frente en alto, como una metáfora que supo desplegar sus esperanzas, para levantarnos, para alzar nuestra mirada y erguirnos en la historia con sentido de humanidad y, con el compromiso de permanecer, abrimos las puertas del espíritu para aventurarnos dentro de nosotros mismos y navegar por los mares de nuestro silencio, logrando un acercamiento espiritual con la identidad personal, con lo que verdaderamente somos. Soñadores errantes, que en su momento creímos y seguimos creyendo en lo increíble, ya que aún conservamos fresco el aroma de amar lo desconocido.
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